Habitación Vs. Visitación

En el presente estudio veremos las diferencias entre querer la habitación de Dios en nuestras vidas y sólo pretender una visitación.

“Más buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”. Mateo 6:33

Anteriormente decíamos que “si no somos cuidadosos, podemos estar tan enredados haciendo cosas para Él que nos olvidamos de Él”. Muchas veces estamos tan atareados o tan preocupados por las cosas que deben hacerse en los cultos que dejamos de lado a la presencia de Dios. Pero otras veces también ocurre que nos atamos tanto a las cosas de Dios, a las “fórmulas” para encontrarlo, que nuestro enfoque se desplaza.

Debemos ser conscientes de estas cosas para poder enderezar el rumbo hacia la presencia de Dios. Nada debe ser más importante.

Incluso hay personas que asisten a la iglesia como si se tratase de una visita al médico. Sólo van cuando “les duele algo”. Toman a la iglesia (no tanto a Dios) como la fuente de una posible solución a todos sus problemas, pero una vez que obtienen lo que querían ya no vuelven hasta que “se enferman” nuevamente. Tristemente esas personas van tras los beneficios de Dios, pero no tienen hambre por su Presencia. Al respecto Tommy Tenney dice: “Dios no viene a personas que buscan meramente sus beneficios. Viene a personas que buscan su rostro”.

La presencia de Dios sobre todo

Nada debe ser más importante que la presencia de Dios, y eso Moisés lo comprendía muy bien. Éxodo 33:18-23 dice:

“El entonces dijo: Te ruego que me muestres tu gloria. Y le respondió: Yo haré pasar todo mi bien delante de tu rostro, y proclamaré el nombre de Jehová delante de ti; y tendré misericordia del que tendré misericordia, y seré clemente para con el que seré clemente. Dijo más: No podrás ver mi rostro; porque no me verá hombre, y vivirá. Y dijo aún Jehová: He aquí un lugar junto a mí, y tú estarás sobre la peña; y cuando pase mi gloria, yo te pondré en una hendidura de la peña, y te cubriré con mi mano hasta que haya pasado. Después apartaré mi mano, y verás mis espaldas; mas no se verá mi rostro”.

Tranquilamente Moisés se podía haber conformado con estar hablando con Dios en el monte, con ser el representante de Dios ante el pueblo, con ser quien llevara su voz, pero no. Incluso cuando Dios le negó su rostro, él entendía que esa charla, esa visita no era suficiente. No le alcanzaba con estar hablando a solas con el Señor en ese momento, quería hacerlo siempre, por eso insistía: “Te ruego que me muestres tu gloria”.

“Moisés había aprendido que no era impertinente perseguir a Dios”, dice Tenney, “sino que este era el deseo más grande de Dios […] Moisés no fue egoísta ni presuntuoso. No buscaba cosas materiales ni fama personal […] simplemente quería a Dios, y este es el regalo y la bendición más grande que podemos darle”.

Son muchas las personas que registra la Biblia que entendían la importancia de buscar a Dios por sobre cualquier cosa. Sabían que nada era mejor, que sólo era necesaria la presencia del Padre. David, luego que el profeta lo amonestara por su pecado, corre desesperadamente y arrepentido a Jehová en busca de su perdón (Salmos 51), pero comprendiendo lo que estamos remarcando, él expresa “No me eches de delante de ti, Y no quites de mí tu santo Espíritu” (v. 11).

“Si tú no vas conmigo…”

Debemos comprender que de nada sirve hacer cosas para Dios si no estamos con Él. Caeríamos en un “hacer por hacer”. Moisés respondió sabiamente: “Si tú no vas conmigo, no iré a ningún lado”, vemos aquí la actitud de este hombre que comprendía que sin el padre nada de lo que hiciera tenía sentido. “Moisés entendía que era ‘bueno’ tener a Dios yendo con él, pero que era ‘mejor’ ir con Dios”, dice el autor.

Es verdad, tenemos la promesa de que Dios irá con nosotros a donde quiera que vayamos, pero eso no debería conformarnos, procuremos ser nosotros quienes vayamos con Dios. A Moisés no le alcanzaba con que Dios lo llamara un día para que subiera al monte a hablar con Él, lo que él anhelaba era una relación constante. Moisés anhelaba más que una visitación; su alma anhelaba habitación”.

Cuando una persona viene a nuestra casa de visita, seguramente la atendemos de la mejor manera, nos sentamos a pasar tiempo, quizás a compartir alguna que otra experiencia, pero llegado el momento, la persona se va y nosotros volvemos a nuestros quehaceres cotidianos. En cambio, cuando hablamos de habitación, nos referimos a una convivencia, una relación diaria, transparente, íntima. En una visitación no podemos conocer a Dios, pero si dejamos que Él haga habitación en nuestra vida podremos conocerlo íntima y personalmente.

El error de buscar los beneficios

Decíamos también que a veces vamos tras los beneficios. Asistimos a la iglesia porque “nos hace bien”, porque “nos levanta el ánimo”, porque experimentamos cosas que en otro lugar quizás no hallamos, pero eso no es buscar a Dios. “La Iglesia está tan enamorada de los dones del Espíritu que no conocemos al Dador de los dones”, dice Tommy Tenney.

¿Hemos notado que la mayoría del tiempo que pasamos en oración estamos pidiéndole algo a Dios? Respuestas ante un problema económico, de salud, familia, entre otros. No está mal pedir, pero Dios también quiere que le expresemos lo que sentimos por Él, lo que hay en nuestro corazón. A Él le gusta que le digamos cuánto lo amamos y que pasemos tiempo desinteresadamente, sin buscar nada a cambio más que hallar su presencia. “Debemos buscar al Dador, no los dones. Debemos buscar su rostro, no su mano”.

Es mejor ir tras el corazón de Dios, así como lo hizo David: “Quitado éste, les levantó por rey a David, de quien dio también testimonio diciendo: He hallado a David hijo de Isaí, varón conforme a mi corazón, quien hará todo lo que yo quiero” (Hechos 13:22). Podemos elegir entre ir tras las bendiciones de Dios y conformarnos con sólo eso, o ir tras el Padre anhelando y procurando estar siempre cerca de Él.

“Si realmente estás hambriento de ver a Papá entrar en escena, entonces tienes que entender que debes parar de buscar sus beneficios y dejar de pedir que haga esto y aquello”.

No nos conformemos con poco, con una parte, busquemos todo de Dios. Busquemos habitación.

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